En el fútbol, principalmente del ascenso, los jugadores con experiencia, firmes y amor a la camiseta hacen la diferencia en un partido, estos jugadores denominados caudillos dentro de un plantel escasean en general y quienes lo tienen, cuentan con un plus.
En tantos años de Federal A, B, C, ahora regional, estos nombres se fueron perdiendo ya sea por retiro o por nuevos horizontes, pero en Alianza Federico Panei sigue estando dentro con el Corazón Celeste. Supo irse a jugar un torneo a Rincón y después volver, bancarse malas gestiones deportivas que derivaron al gallo a perder dos categorías, y comandar al celeste a tres finales de Copa Neuquén.
La tarde en Cutral Co pintaba ideal para Independiente, en la previa con incorporaciones, partidos amistosos encima, ante un Alianza con muchos jugadores del club pero con entrega sin negociar. Entre tiempo 1-0 abajo y con 10 hombres.
En esos momentos es donde aparece el amor por la camiseta y los caudillos, Panei no titubeó en el penal, poco importó el último antecedente vs Arregui de la Copa, y mandó el esférico al fondo para 1-1, desde ahí el celeste se movió a su ritmo, plantó el cotejo, hizo que corra el reloj con la pelota detenida, dejó que los centrales de la visita se diviertan pasándose la pelota y cuando tuvo una pequeña ranura golpeó.
El caudillo dentro de la cancha está para eso, para empujar a sus compañeros con la experiencia, para elevarse dentro del otro área y meter un cabezazo para darlo vuelta, para saber cuándo hay que patear para arriba, cuando poner el pie fuerte y cuando pegar un grito en el momento justo ya sea para un compañero o un rival…
Cuando un partido siempre está duro, tener un caudillo en el campo es fundamental. Mientras Alianza tenga un Panei dentro del campo, siempre habrá aroma a empuje y amor propio.
Editorial: Pablo Chagumil
Foto: Carlos Martinez- Corazón Celeste.
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